1510/00] [9]0/07 105 HACIA LAS PRIMAVERAS
Marian Raméntol
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Manuscrito de Pilar Blanco
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La Náusea Ediciones
Vídeo presentación de "Salvoconductos hacia las Primaveras" a cargo de Lola López-Cózar
Salvoconductos hacia las primaveras Poemario de Marian Raméntol
Vídeo a cargo de Lola López-Cózar
Rapsodia: Lola López-Cózar Música: Adrián Berenguer
La Náusea Ediciones
APUNTES A SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS
Desearía empezar este prólogo al libro de poemas de Marian Raméntol declarando la profunda y definitiva emoción que sus versos transmiten a quienes se orillen a ellos y se entreguen -a decir de la autora- a “abrir la luz y deshojarla”. Les invito, si me acompañan, a una somera guía de viaje por el maravilloso universo lírico que nos brinda esta poeta exacta, quirúrgica a la par que sugerente y vaporosa.
Habría que principiar por exponer que se encuentra usted ante un “corpus” que se articula en cinco partes cada una introducida por un texto tan enigmático como atrevido que cumple de veras con su misión de atraparnos y depositarnos en el organismo lírico complejo que conforma el grupo de poemas que la componen; así en la primera y segunda son catorce, en la tercera serán ocho, en la cuarta se conjuntan cinco y en la quinta, ocho. No me atrevería yo a confirmar que no se les pudiese anunciar como partes divisas o desgajadas de un todo, aunque mantengan un lazo, un hilo conductor en la tonalidad de las imágenes, en la intensidad sonora y la osamenta rítmica que nos solicita su lectura conjunta e, incluso, cómplice. Siguiendo en esta línea argumental tengo que explicitar que la costura argumentativa conceptual del primer grupo de poemas es la exposición de lo tiempo desde diferentes y variadas perspectivas, ya como defecto (llego tarde) ya como escenario (la Única tarde que se queda), ya como valor vital (fuimos niños ciegos en nuestra vida más honda) (soledades en edad de merecer) (mi serenidad más joven) ya como recurso final (quien anda en mí anda solo) (mi crucifixión) (cuando escribo “nunca” (muerdes mis finales) (y detrás de la muerte, mi nombre escrito); pero, además, como colofón y en referencia clara al texto introductorio todo es condensado y expuesto en los versos (no soy yo quien le ha quitado el papel de celofán a los días). De la segunda serie me atrevo a señalar como elemento de cohesión - si es que ello fuese imperioso para la degustación de la obra - una amplia conceptualidad geográfica que abarcaría desde el propio descubrimiento (espero a ser descubierta por la alegría) hasta (la esquina más oculta de una frase); desde (la intuición de una ciudad callada) hasta (paredes que no dejan de lloran; desde la inmensidad en la que (el cielo nos sabe formales y etiquetados) hasta la intimidad de (esa cama compañera) y la combinatoria de ambas (la enorme imagen de nuestro orbe / el arte blindado de los muros) y así, desembocásemos sin remedio en un espacio en el cual (solo las tormentas expiden salvoconductos hacia las primaveras) y pudiéramos estar (más cerca de poder nombrar un mundo de borrascas,
-Salvoconductos hacia las primaveras
confidencias y demás humanidades) o (recortar las faltas geográficas que convierten el otro lado del mar en enemigo); y culminar este emocionado y emocionante viaje poético por un territorio que nos descubre la poeta (en ese lado fronterizo de la muerte) donde frente al monólogo de nuestras venas contemplar (el estruendo del vacío al terminarse) en (la geografía del cansancio) y ese sea todo el infinito que nos queda. Siguiendo, entonces, con el hilo argumental que, tal vez, alcance a guiar al lector en la travesía del poemario permítaseme adentrarme y, por ende, adentrarlos en la advertencia ante la inveterada adicción a lo superficial que nos consume, pero también en la identificación de cada uno de los destellos que la autora nos facilita para que busquemos la salida. Así, algunos conceptos ocupan la columna vertebral de estos - a simple vista - ocho poemas que, al mezclarse, se hacen incontables como si de un salón de espejos se tratase. Esos conceptos, digo, bien pudieran ser: agua como aspecto, espacio y volumen; niños como agentes que ejecutan la inocencia; abdomen como lugar donde se localiza el dolor; beso como gesto de humanidad... La autora nos obliga a atravesar cada canto de esta serie por los orificios líricos que dispone en cada poema y de tal guisa nos traslada a través de (cada instante de clausura) que abre el corazón a (la alcoba de la traición y el destierro) y de allí a (El cielo borracho de despojos) donde (encontrar mi seudónimo) desde el que desembocar en (el enjuto mar que nos respira y nos absuelve) donde niños (siguen deshaciendo nudos, láminas y pasteles desde una muerte nueva y reservada) que son (los precipicios más abruptos de mi paisaje asesinado) donde (nos sabemos solos en la periferia de un beso) hasta que (todo lo que queda es un pulmón mojado). Si para entonces no hemos quedado atrapados en el vértigo de la obra ya afrontada y sus infinitas trayectorias. En la cuarta serie la intensidad argumental del presente poemario se sublima al encuentro del espacio externo que nos contiene con el espacio íntimo de nuestro contenido a saber, (el abdomen hinchado de la tarde y la sangre de nuestra memoria). Así, vamos enfrentando tal dualidad durante el trayecto de este sistema de poemas como: (la voz que habita mi trastienda / bajo este cielo de cartón herido) (Con la tormenta subrayada / desubico el silencio doblado de mi noche) (los sueños resbalan por las alcantarillas de todos los crepúsculos) (en alguna región inerte / donde guardo mi niñez sin sepultura) (en esta habitación demasiado pequeña / me descubro / un modo infalible de ordenarme) (la conciencia de una ciudad hecha pedazos) (Se duelen los muros en la sonrisa partida de los perros) (la lesión abdominal en calles desangradas) (sufre la axila del frío en la nuca / como tus ojos descalzos al verme perdida) (el suelo llora horizontalidades) (este es mi territorio / que afuera me desmenuza y me somete) y concluye a modo de sentencia elocuente (No tengo palabras / para este bendito accidente). Ahora, después de salvar el territorio lírico de los antecedentes, desembocamos, no sin asombro, en el desenlace del presente poemario que supone la quinta serie en la cual, tal vez, ojalá alcancemos los salvoconductos hacia las
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primaveras no sin antes descubrirnos como (el lector grave sobre la lid de una estrofa) y pasar página para conocer que (huelo el estremecimiento de los vivos / y entonces, / el vapor de mis dudas dibuja estaciones / pero yo sigo esperando.../ con los labios hinchados / hasta el borde del mundo / allí donde, desde la muerte, oiga crepitar al verbo). Para, de seguido, mostrarnos que (Un cajón mal cerrado / En la habitación de las derrotas) siempre está lleno y (Hay heridas de pared que son blancas / como un miedo, como la desnudez de un disparo) y ante ello (No sirve la electricidad de la luna / ni la incertidumbre que mancha los ojos). Ya para entonces el poema nos adiestra en que (Es difícil vivir de repente / sobre la tristeza clavada y definitiva). Y en la vorágine lírica que conduce hacia el final se nos afirma que (Hay nombres que caen / Son nombres moribundos / son nombres horizontales / y sin amor en los ojos). Y aunque (el corazón escapa por las eternidades / como huracán ardiente al que le doliera la vida... / Nada temo mientras pueda bajar por tu boca / y plañir una vez más / las muertes que nos rozan a diario). Así sea que la poeta nos prepara, pues sabiendo que (Mi nombre rebota en los muros) y además que (Mi nombre está solo, / apunta al tacto de la sombra) se hace evidente que (A mi nombre / lo amortaja un poema ensangrentado / de nocturnidad). Entonces, hete aquí que como resolución de este viaje poético a los confines más pavorosamente humanos y para alcanzar los salvoconductos, todos los salvoconductos hacia nosotros mismos: (Para pensar en tus alas / debería morir con el corazón en alto) y también (Debería morir enrojecida, / abierta a la luz de la espuma) y además (Morir gravemente entre las piedras) y más (Debería morirme / en la holgura de la soledad) y, aún si cabe, al fin (Debería morir tranquila, / en un final cualquiera) porque para llegar a todas las primaveras (Sería propio reventar sobre el infinito) y sobre todo (ser más música, más lágrima).
Ahora, una vez colmada la travesía del poemario de Marian Raméntol tengo que confesar que esta poeta construye galaxias líricas donde los sistemas solares complejos son todos y cada uno de sus poemas; donde las metáforas, las trayectorias sonoras de sus versos, las órbitas de sus imágenes mantienen el equilibrio perfecto de su estructura netamente surrealista.
Ya sólo espero que este atrevimiento de prologar la belleza del escribir no macule la obra de arte y no se me note demasiado la admiración que siento por su autora.
Álvaro Perdigón Delgado
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La Náusea Ediciones
La bufanda de celofán con la que abrazo el infierno
reza poco, y cuando lo hace es con la fijación de los verdes que observan más allá del lirio escupiendo dulzura sobre sus crías y sobre el moho de sus bocas muertas.
__ La Náusea Ediciones
ANTES DE ABRIR LA LUZ Y DESHOJARLA
Llego tarde. Voy a remendar la mirada antes de abrir la luz y deshojarla.
Debo preguntar a la derrota
dónde dejó las llaves de la nostalgia.
Dar de comer al cerdo y recoger los trozos de piedad
que guardo en el armario antes de abrir la luz y deshojarla.
Y precisamente ahora recuerdo
que a la blusa dolorida le faltaba un botón de bendiciones
y que el pespunte deshilado por el que se le escapaba el pecho sigue tirando de los puntos cardinales y llego tarde.
No encuentro la libreta donde anoté la dirección de las nubes ni los nombres de la lluvia y aún tengo que ordenar la sombra antes abrir la luz y deshojarla.
Dónde estarán esas llaves.
Por dónde habrán escapado los sueños si los tenía maniatados entre dos pausas y los malentendidos
que dejé en la bombonera están ahora bien mustios,
faltos de palabras enemigas. Qué le daré de comer
al gallo. Tendré que buscar otro modo
de sobornar al guarda de seguridad de la primavera
para que abra la luz y la deshoje, para que resuma
los peldaños y me deje meter la nariz
en el archivo de las caricias, buscar la temperatura del beso, incendiar el vientre del crepúsculo y mandarlo a hacer la calle.
Probablemente deberé herirme para no llegar tarde antes de abrir la luz y deshojarla.
an página 10
NO TENGO FUERZAS PARA SENTIRME AVENIDA, PLAZA O SANTUARIO
Hay días en los que no tengo fuerzas para seguir siendo necesaria.
Pa
Mi sangre subraya el diálogo de los golpes - y resalta, provisional y frágil
como el perfume de las olas,
las salpicaduras de mis inviernos.
Los días maternales
acaban en el parto de nubes interinas,
avalanchas de desnudez irreconocible,
diluvios que borran el estremecimiento de la arena y hermanan la lágrima con la culpabilidad del mar.
-Y mi vientre aún no puede abrirse, los sueños despiertan para quedarse y seguir mamando futuros asimétricos, beldades caducadas, dulzuras hechas a mano o urgencias que recluyan golosamente al corazón.
Y es que hay días en los que no tengo fuerzas para seguir siendo avenida, plaza o santuario.
LA ÚNICA BOMBILLA EN LOS SÓTANOS DE LA W PO
Y
Cuando la noche es la única bombilla EN en los sótanos de la mente, na Me cuando el frío se hace largo y la deserción de unos ojos. $ se encharca las aceras como andamios en clave de sol PR desafiando al pentagrama,
justo entonces,
puedo oler la fiebre entre dos pechos
mientras juega el accidente sobre el labio,
y desaparezco antes de poner en el equipaje la sonrisa inédita de delantales viudos,
y su firme negativa a cocinar soles polícromos.
Es en ese momento cuando el fusil descubre al hijo, universitario de lunas cabalgando sobre el codo de la inocencia, gloriosamente muerto
sobre un charco.
EL ROSTRO DEL ANONIMATO
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Con su cabellera de neón, la noche sella el paréntesis entre las piernas, la disculpa de las nubes en mis labios, kilómetros de bocas que susurran esbozos de última hora - como quien se lanza a la ruleta rusa y vomita besos azules en el fondo del mar.
Cuando ella habla,
y la lluvia se hace abrevadero,
la luz conduce a toda leche
un par de iniciales
por la arquitectura del poema,
crece el desafío en los zapatos,
los pajarillos se posan en esa soledad por donde se cuelan coros boreales, y se calla más el silencio de colores.
Los signos de clausura
que alfiletean la existencia se vuelven galaxia, crece el verde feliz
en los fogones encendidos de pétalos,
y crece la masa de ese bizcocho
capaz de reiniciar el verbo, su capital, su provincia, su hábitat y el encuentro húmedo con el mar.
a pesar de sabernos tan dentro,
en cada minuto obsoleto de la madrugada qn morimos abrazados al rostro del anonimato
sy de toque duro y vestimenta casual.
4
LA CUENCA DE MIS PECHOS ES EL LÍMITE DE
o A. Se me va la dignidad bajo las ruedas, se enfría la piel.
La aritmética de la luz resume los sótanos
y cuenta uno por uno los verbos que, sin hacer ruido, a $ s se escapan desaguados entre sílabas. pa
En esta habitación, con la maternidad en brazos, la prisa es el apodo de un litoral donde lactar la voz desde la primera alcantarilla abierta.
Desvisto branquias con los ojos,
y los peces son corcheas sostenidas
en la palma de la mano, callo niebla, imagino superávit de alquitrán, su lenguaje, y entro en un mundo postrado en coma,
con la ley de la tragedia en el abdomen y tu cintura repleta de disparos.
La cuenca de mis pechos es el límite de la fuga donde revientan las paredes, una receta de oscuridad interminable en el bolsillo, una hoguera de agua no muy limpia tan real como aquello que olvidamos, y el volumen del infinito resbalando por el rostro de la única tarde que se queda.
TODA MI INFANCIA DE LLUVIA RUEDA ha Hoy no he barrido la tristeza y la sangre comulga con el polvo vencido. No he limpiado la impresión de mis pupilas ni el deje rural de mi cuerpo con su esparto, ni la promesa de la madrugada
que sé ininteligible y beoda.
El frío se acerca mohoso
y a pesar del apetito primigenio de su boca por dibujar en el bajo vientre mi miseria, he conseguido que duerma en otra cama con labios de ceniza
y la censura perenne de su pelvis.
2 Toda mi infancia de lluvia rueda. Se mueren los colores que lavan a los muertos sin esperar palabras cíclopes que mezan el balancín donde a mis días les crece la joroba.
Solo la lágrima redonda encierra el último abrazo maternal y mi humanidad translúcida.
' Y : y | FUIMOS NIÑOS CIEGOS EN NUESTRA VIDA MÁS
Y
La noche nunca ha sido una señorita bien, su sonido tropieza, limpio de ternuras, con el susurro de los claveles
y con el olor a oscuridad de la tragedia, dándole la mano a un cielo sordo
que se cuela y nos unta las escamas.
La peor narración nos persigue con fiebre alta en la memoria.
La boca bien cosida
escupe el pulso en una gamuza manchada de ríos y demonios,
y recorre el laberinto de relámpagos
con el vahído en los ojos.
Fuimos niños ciegos en nuestra vida más honda, ahora, en la superficie, la carne nos deletrea poco a poco y nos omite.
_Salvoconductos hacia las primaveras
LAS ESPINAS VENENOSAS DE MIS POEMAS HEMBRA
La palabra, a veces, se enreda
en el glamour de mediodías trajeados,
se presenta en grandes auditorios
para soledades en edad de merecer
y cruza a crol el diámetro de una copa tras otra.
Así he andado muchas tierras,
llevo olor a sacrificio en las manos,
mi columna es doctor en pulsaciones marinas mientras mi frente
sigue sentada a los pies de las efigies
y aprende cómo morder sin amarillearse.
Pero la palabra siempre me supera, inventora de cadáveres, de recias bahías donde el lenguaje es lanzado hacia adentro, donde la mortalidad es el proveedor armamentístico más importante de la estrofa, sí, ella siempre consigue cortarme el rostro, pisarme con adulterios que se repiten entre la heroicidad del agua y la sal femenina del camino.
Me ridiculiza
y se ríe de mi vocación de madre seca y de mi intento por mantener la lumbre a base de ríos,
barros polvorientos y las espinas venenosas
de mis poemas hembra.
e página26
_ LaNáusea Ediciones
LA TECHUMBRE DE MIS SUEÑOS
Tengo deshilado
el horizonte que me regalaste.
Las fronteras de ese futuro de colores
se han subido a la noria de los días,
giran para abrumarme de felicidad, sobrealimentarme de ojos primaverales, hacer crecer un par de centímetros mi locura, y abrillantar con el índice
la cabellera vanidosa de mi noche.
Sí, he procurado recortar
los flecos de la blasfemia
para que el sol pudiera hacer turismo
por todas mis esquinas, olvidar las frustraciones
que cuelgan de la boca de las nubes,
invitar a la luna desenfocada al baile de fin de curso, y preparar galletitas de buenas intenciones
para todos los espectros que se cuelan
por la techumbre de mis sueños.
He ordenado las sombras y he planchado cuidadosamente los abrazos, así que todo está listo
para que se desmorone la ciudad sobre mi vientre,
y el río bambolee la colcha y su vaivén sea crujiente, lunático, vicioso.
No taparé la grieta del techo. Sería absurdo cortar el itinerario por donde paseo mis nombres. Basta con girar la página y proclamar
un nuevo bautizo.
-página27
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UNOS OJOS AUTÓMATAS MERODEAN MI TUMBA
Ñ
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Muertos con el rostro ajusticiado, sus muñones en el alféizar asumen el hedor de la luz, las sábanas sin cuerpo, confusas, con los intestinos del brazo, su habitación herida, - leprosa de palabras que regresan al lugar donde amarraron tantas preguntas entre la tormenta y la lumbre.
No llevan el nombre puesto,
son como arañas que con gallardía engullen el delito, el que enterraron con sus cicatrices,
y ahora se inventan la soledad que no conocen
para hacerse reales como los muebles
con los que decoro mis suburbios.
Sus ojos autómatas merodean mi tumba hablan de mí, no están tranquilos porque saben que quien anda en mí anda solo.
Observan la desesperación de la ciudad, los poemas sumergidos en el miedo, su cintura retronando al otro lado, las mañanas a medias, el límite de mi boca, tres gotas de sangre, ba mi explicación y mi remite.
La Náusea Ediciones
ESPERO QUE TENGAS KILÓMTEROS DE VALENTÍA EN EL MAPA DE TUS ALUCINACIONES
Te regalo mi serenidad más joven
para que acuestes tu desmayo
y descanses el fusil cargado de madres,
cargado de boquitas reventadas y lluviosas como hijos, como cuerpos que huelen muchísimo.
En mi crucifixión
deberías descubrir el pelotón de corazones capaces de sostener el mundo,
y que se desenredan el cabello,
mojados de tristeza.
Te regalo lo poco que soy ahora,
el aire travestido de sombras chinas,
la pasión fermentada de una pared,
el exilio del aodomen edificado sobre los parques donde tumbas recién nacidas cobijan los verdes que le pintan la boca al futuro.
No me importa dónde rompieron aguas tus manos, ni en qué idioma miras al sol,
sólo espero que tengas kilómetros de valentía
en el mapa de tus alucinaciones,
valor suficiente para medir el pan
cuando te quedes inmóvil, detenido,
apuntándote a la frente con tu último reflejo.
E página 29 E
-Salvoconductos hacia las primaveras
HAY COSAS QUE PARA SER NO NECESITAN PERMISO
La ceniza de todo cuanto he escrito
dilata su mandíbula sobre mi debilidad.
El violín, experto matarife,
me moja para siempre
cuando corta con su arco el pubis de las nubes. Y besa mi faringe
toda expresión que aún no tiene nombre.
Hay cosas que para ser no necesitan permiso, cuando escribo “nunca” -sería el caso-
y subrayo este anatómico discurso en carne viva, sobre el papel que sujeta, sostiene y exige
mi exilio permanente en el espejo.
Quisiera huir de esta suerte de caricia tan suave como el peligro,
inventarme el pronóstico del incendio, mis anonimatos sumergibles,
esta muerte tan larga como la lluvia
o la memoria de los pájaros,
perdida al final de mí.
Pero no puedo escapar de esta tragedia que me daña. Debo acostumbrarme
a envejecer con mis silencios,
abrazar a la última pregunta
que muere siempre en lugares insólitos, besar salvajemente
la herida que golpea mis paredes,
y en el anden de los náufragos
inmolarme con la dirección de los ojos anotada en la orfandad de una sola huella.
página 30
La Náusea Ediciones
CON TUS MEJILLAS DE CEMENTERIO VIENES A HACERME ACEQUIA
Escrutas cada gota de mercurio
que duerme en mí
e intentas tragarte la afónica herradura con la que marco a mis rehenes, lo sé. Entras por mi sexo para roerme,
para hacer crujir la luz.
Me quieres sin lengua,
con la sangre hervida, sí,
quieres fumarme
hasta que mi casa quede ociosa.
Yo te conozco, te agarras a mi piel
y muerdes mis finales.
Con tus ojos de cementerio
vienes a hacerme acequia, tierra sola en mi cama. Apareces para gritarme que es la hora de la cal, de los tirabuzones en la memoria.
No vas a soltar mis provincias ni mis mitades,
ni siquiera serás mi salvoconducto
para llegar de una pieza al olvido.
Te sé inabrazable, te he visto muchas veces guardando flores sobre el agua de un charco,
y ahora me esperas en el umbral de un palíndromo, y me nublas de invierno,
de locura comprimida en el ventanal.
Abres más la boca y sé que ningún padre
podrá explicarte.
Ñ e mn
Traman algo los rojos y púrpuras
con sus cremosos secretos
esparcidos sobre el pan.
Dibujan laberintos que crecen en la fuga como los difuntos que caen en mi habitación, sus bocas de leche tan irreparables,
y sus amarillos
desparramados en litografías numeradas.
He empezado a maltratar a las anécdotas inútiles, cómplices de la locura,
que siguen asomadas al balcón
con un cuarto de culpa en el escote
y todo el cieno fuera, conteniéndolas.
En esta noche de ojos imposibles un violín homicida me ama sobre el verde y los espíritus emergen de la lluvia.
En mi piel desierta sólo hay delirios, un cielo suicida y, detrás de la muerte, mi nombre escrito.
”
r - NO SOY YO QUIÉN LE HA QUITADO EL PAPEL. LOS DÍAS o Me cierro lentamente y los años se apresuran a subir por la escalera. Yo les espero en un rincón de mi columna para comernos un cucurucho de promesas envasadas al vacío.
Subo la cuesta de un verso falto de miras mientras se calla el acné de la tierra.
Y cuando llego a la última habitación de la estrofa, descubro el error de un par de trenzas
que persiguen mi tilde con ahínco,
sin saber que no soy yo quién le ha quitado
el papel de celofán a los días, que no soy yo
la que se lava el pelo con nubosidades
y que no seré yo quién deshaga los puntos de sutura ni quién las rescate del ocre fotograma.
En los callejones perseguidos por la lluvia el dolor se esconde, tras cada sombra,
en la miopía de las farolas,
en la gravedad de los orificios
que silban palabras agudas
sobre el acento menstruado de las madres, bajo ejércitos de moscas que se creen
mariposas de última generación.
Y apenas te das cuenta, te matan por un verso.
ESPERO A SER DESCUBIERTA POR LA ALEGRÍA
e my
Me reescribo en cada hoja,
amamanto de nieve mis palabras, pronostico luces famélicas
y dictamino incredulidad en los peces que navegan por todas mis incógnitas.
Con los años libres y los diluvios desecados, espero a ser descubierta por la alegría.
Pero los poemas discrepan, bendicen mis mortandades y dejan caer los nombres encima de mi cuerpo. En los suburbios de la piel, la nostalgia me vampiriza, - se enamora de mi culpa, me anochece.
Clavada la niebla en mis ojos,
recorre a mi lado los túneles del frío,
me vende alturas desde las que practicar caída libre hacia el infierno.
Por eso soy cómplice del lodo,
sus meñiques me abren,
y el aire cargado de páramos germina, al fin, en mi lengua dolorosa.
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EN LA ESQUINA MÁS OCULTA DE UNA FRASE 4 y 0
El miedo sube transparente
y se nos queda en el aire,
decora las lesiones de los muros,
las profundidades vencidas,
los peligros que amamos,
y desaparece después,
en la boca amoratada de un corazón insomne.
Ese miedo sin forma deja quieto el día,
lo evacúa de gotas magistrales y mares nocturnos. Como en un estallido
los sueños más altos se licúan en los polos,
y todas las promesas deliran en voz baja, rumorean el cansancio de los atardeceres, detienen el cabello de arena
que yace sin peinar,
enumeran las costas donde duerme la luz
y luego palpan la geometría poderosa del dolor, abren de par en par la soledad y nos dejan, abandonados, en la esquina más oculta de una frase.
Así la palabra nos atemoriza, dejándonos sin cáscara y sin nombre.
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CON UN RÉQUIEM DE SELVA ENTRE LOS OJOS ys
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La música siempre es inocente minutos antes del canto. ;
El poema redacta su informe
y tropieza siempre con espumas retorcidas, con el sadismo del otoño y los cocodrilos que, algunas veces, lo salvan.
Su mirada es siempre de una dulzura inquieta, asexuada, el punto muerto del que escribe, donde el andamiaje de Origami
lleva una recién estrenada vida en cada nombre.
En el pagaré de este rompecabezas las vocales sólo afirman
la intuición de una ciudad callada,
con un réquiem de selva entre los ojos
y un disparo en la sien prematura
que apenas empezaba a silabearse.
Y todo ello, con mucha suerte.
LOS SUEÑOS QUE NOS HACEN DE CARNE AL ABR
Yi
Las paredes no dejan de llorar.
Con los nombres vívidos
asomados a la pesadumbre
limpian la humanidad de las ventanas,
la calidez del amor regordete de la abuela y el carmín fallecido en el aire.
Limpian el riesgo del desnudo,
la belleza del barro, el dolor que se levanta desde el océano cuando duerme.
Limpian la mirada del azufre,
vampirizan la alerta de los días y
dejan tendidos en los bordes
la urbanidad de la luna
y los despojos de los sueños
que nos hacen de carne al abrazarnos.
Mi pared llora desde siempre
el sepulcro de todos los colores
que se atreven a cerrarme la puerta cuando me pruebo una y otra vez los vestidos sin cuerpo de mi madre.
_Salvoconductos hacia las primaveras
EL CIELO NOS SABE FORMALES Y ETIQUETADOS
La avenida se ha quitado la camiseta,
el sol baja por la faringe de los edificios mostrando la realidad alargada de la prisa. Las sombras corren sin autorización
por los mofletes asfálticos de los muros, y en la boca del metro
parecemos hormigas de azúcar arrastrando los pecados en el lomo, testarudas y organizadas
como queriendo exorcizar a las gaviotas de su condición actual de carroñeras.
Somos dóciles, comprensibles y numerables, nos sorprendemos siempre de igual manera ante una pared clonada, ante un pueblo mudo O ante el sudor de los almohadones
cuando los asalariados rostros
se perpetúan sin respuestas.
El cielo nos sabe formales y etiquetados, sí.
Pero también sospechosos de provocar una estampida hacia los grises sin hogar, hacia las biografías crepusculares, hacia los pechos
que acunan la belleza de un lenguaje convicto, y por eso nos vigila
apostado en el alféizar del futuro, escudriñando cada disculpa,
cada sollozo de euforia o de espera,
de noche anecdótica o de vacío importante, porque todo cuanto hacemos
señala la orografía
de nuestra peligrosa fragilidad.
-página40 |
' : di ] y 7 PARA QUE NO ENTRE LA NOCHE A DEFORMARI TRISTEZA lem. A
Por la cuerda floja de mis ojos
el corazón hace equilibrios con la sangre. Se divierte saltando tormentas,
le tira del pelo a las nubes
y limpia el dolor con un pañuelo agotado.
Mi abdomen se alinea con el mar
y el olvido juguetea con mis articulaciones sobre el vapor de la piel, sobre la extraña visión de una miga de pan para los peces,
sobre el alfabeto de agua que me cubre.
La humedad pierde entonces consistencia, todo se pronuncia en mis pulmones apretados,
en la caída de mi rostro, en esa cama compañera que devora mi sintaxis en la luz y en el silencio.
Y yo le pongo un candado a mi nuca para que no entre la noche
a deformarme de tristeza.
DARLE UNA LECCIÓN A DIOS SOBRE LA CIENCIA
e <>»
Pi
Vivo de posibilidades como tantos otros.
Si pudiera ser sólo julio
las bombas vaciarían el intestino del mar, -—sembrarían de anémonas las orillas de los libros
y tentarían a la exhalación de la muerte
en cada pie de página
con la aclaratoria munición entre líneas
para este mundo demasiado corto.
Con toda la inquina junta al inicio de un capítulo hecho de barricadas, se narraría la mayoría de edad de un nacimiento, más lejos del parto de ese horizonte, 2... que sentado en la grupa de un camello empieza a girar rápidamente y vomita sobre los ojos la enorme imagen de nuestro orbe.
pe A Y así sería capaz He de darle una lección a Dios sobre la ciencia, IE sobre el arte blindado de los muros, sobre las bocas secas de los pueblos anochecidos, y sobre el humanísimo hedor de la leche cuando nos mancha por dentro.
dl SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS
a x $
Me da miedo poner límite a la humedad del mar,
detener la política de sus olas, su idioma clandestino, 5
difamar al cielo con el aullido de las aves y sd e EA
mientras querubines en indumentaria de deporte
juntan las manos en actitud de rezo
y acaba la liturgia encogiéndose de hombros.
Me da miedo porque solo las tormentas expiden salvoconductos hacia las primaveras. Trayectos de una sola dirección
con el futuro comprometido
y mil derrotas desmayadas sobre el pecho.
Y eso es todo lo que nos queda al regresar a casa. Un abrazo al otro lado de la tarde donde el horizonte respira lento con la aventura colgada de un árbol, racimo, fruta, hombre, y una ventana desnuda sobre el charco.
UN MUNDO DE BORRASCAS
e ús
Pd
Este mundo sin cuerpo no tiene sombra.
Es como el velatorio de un mar vacío
parado sobre la enfermedad de sus costas,
que anduviese de fiesta con otra persona metida dentro de mi piel. Y a cada inspiración
construyéramos futuras necrópolis.
Si oscurecemos las esquinas del aire,
y cavamos hondas lunas de aceite,
silos pájaros exprimen cada gota de nube
y se derraman amanecidos de colores cóncavos, haremos inclemente el desafío
entre el borrador del océano
y la acuarela de los peces.
Que la sangre, entonces,
me devuelva una mirada ruidosa como un parto.
Que me nazca un planeta minúsculo
donde los espejos pierdan la cordura y me reescriban la cabeza, costillas y columna vertebra.
Y a cada respiración estaré
un paso más cerca
de poder nombrar un mundo de borrascas, confidencias y demás humanidades.
NO TE SALVARÁS NI SIENDO VERSO
“vo
Abúltame, lléname de acentos pardos, recorta con la hoz las faltas geográficas que convierten el otro lado del mar
en enemigo.
Puntúa con la lengua el sexo de la bala, salta la barandilla hacia el carmín definitorio, muerde el pezón de la ira
y déjame parirte entero.
Provocar una pelea entre las sombras
que se suicidan bajo las ruedas del autobús y salir indemne,
ese es el proverbio de tu ausencia.
Pero mi venganza te mira desde su butaca con vistas a la oscuridad.
No te salvarás ni siendo verso.
-. Salvoconductos hacia las primaveras
EN ESE LADO FRONTERIZO DE LA MUERTE
Hace tiempo que solo entablo diálogos con la ceguera y mi nombre utiliza todas las letras que lo forman.
Me quito la ropa supurante de cicutas
y constato que en la zona ártica de mi espalda ya no queda lugar urbanizable.
¿Qué haré con el invierno?.
Entre esa piel tan pegada a las alturas
y la vida, no hay correccionales y la palabra espera ante el patíbulo
al último chaparrón de notas para un réquiem.
Busco allí donde los minutos arrojan sus pechos a la calle
y la voz aprovecha el salvavidas para crear un imperio en el espacio.
No habrá modisto
que descifre las medidas de mi piernas
y no tendré más que permanecer desnuda, porque no es verdad que las heridas acaben siendo invisibles.
El dolor desde que nace
es resistente a la cirugía plástica
y yo tengo la manía de abrir siempre los ojos en ese lado fronterizo de la muerte
donde la biografía del abecedario
es una poética inacabada
que no admite correcciones.
- página46
! p FRENTE AL MONÓLOGO DE MIS VENAS re Y Yo 6 q Llevas una nube en la comisura de los ojos por eso me derramo, a cien pasos de ti, con la mejilla hablando en voz baja y la ceguera de mi vientre tomando un baño en la profundidad del silencio.
Me basta con esperar la luz en el andén,
con el equipaje enloquecido acompañarte
por el aroma antiguo de tus bosques,
apilar crepúsculos de madera,
desnudarme en tus colinas y saber
que las promesas suben por la maldición un blues para bajar de nuevo hasta tus manos.
No se me ocurre mejor maternidad,
parir despeñaderos dignos de tu estatura,
callar sobre la tierra, pasear por el borde
de mi cama hasta endurecer de frío,
esperarte en todas las caídas hasta que me hagas real y vomites sobre mí la bendición de tu vuelo,
tu anochecer de sótano, la respiración pequeña
que escondes bajo la manta, y esa sonrisa que se para de repente frente al monólogo de mis venas.
EL ESTRUENDO DEL VACÍO AL TERMINARSE
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Tengo el beneficio de la deuda, el retrato de las horas en la pared del mundo, y no hay absolución cuando se deben las palabras.
- Entrecomillamos la sangre
- pero las pulsaciones por minuto en cada párrafo autografían el estruendo del vacío al terminarse, ese eco que nos elimina con su dedicatoria y nos deja siempre sin final.
Resbalar por las tildes es peligroso,
un profundo espasmo en la amortización
de nuestra existencia. Así nosotros, los poetas, arrastramos la melodía para escribir los límites
-de esa frase única que roza apenas los labios y dispara a quemarropa entre dos pechos.
En mi caso,
el corazón es un paseo a cara o cruz sin sedantes para la agonía
ni para el escalofrío del agua.
Así me llamo, una estación terminal donde desovan los interrogantes abrazados a la bajamar de mi cuello,
> ¿yr
LA GEOGRAFÍA DEL CANSANCIO
Y
Tengo un país infinito entre las manos, donde los nombres insalubres
viven sin su sombra, las niñas húmedas llaman a sus madres
desde los abscesos del agua,
y plantan adoquines en las nubes, vigilan los destinos
del equipaje abierto al desahucio,
a las zonas fosforescentes del día
que inundan las bocas de hortensias y otras inutilidades.
Tengo un mundo entre las uñas,
la geografía del cansancio
como gran lágrima sobre la ciudad,
cierto olor a relámpago y la exactitud del vértigo sosteniendo la erección
de una palabra leída entre dos muertes.
Ese es todo el infinito que me queda.
Cada ave tiene su viento, cada jarrón,
su ramillete de estupores,
cada mesa, su migaja de pánico.
Pero no debemos achicar la masacre.
No le ofrezcamos carmín al sacrificio, no hagamos de la piel una colección de anuncios, sospechemos del bronceado de la felicidad,
de las tácticas que nos enseñan
a ser solo un simulacro del rojo, un pretexto de carne para los insectos y justificar así la adicción de las primaveras.
»
LA LLAVE STILSON IDEAL PARA ABRIRME EL CORAZÓN
5
Es y»
Mi lengua se pudre cuando flirtea con el mundo, maloliente, tumefacto entre ecos y cicutas, tan oprimido, que hasta las nubes precisan bajar un par de tallas
para seguir paseando su trasero gaseoso. Y parece que nadie mira, nadie se acuerda ya del desparpajo del carburante bailando en la garganta del horizonte ni de otras muchas manifestaciones artísticas del absurdo.
Niños sobre las criptas de la memoria que intentan apellidar al desahucio,
recrear vientres y sexos apátridas, mientras llevan ramilletes asustadizos en la frente.
Prefiero declararme suicida
retar a mis uñas en este holocausto infinito
y lanzarme en caída libre sobre el dolor,
cruzar a mariposa la buena fe de los perturbados, apretar el acelerador de la tristeza, con las bisagras engrasadas y hacer de cada instante de clausura
la llave Stilson ideal para abrirme el corazón.
| ya deta FIJO CARTELES EN LOS POSTES DEL POEMA - De
Y
y
Marco la piel del agua con post-it de colores pero se humedece mi gravedad y se enferma aún más el desencanto.
Fijo carteles en los postes del poema para bajarle los humos a la frase, pero un batallón de hormigas sabotean el minuto exacto del verbo que escupe sobre la estrofa.
Yo quiero inmortalizar la axila del aire
y un parterre de flores desmemoriadas pero se ahoga el azul
y el mar se queda sin olas y sin esclavos.
Será que en el fortín de mis dedos
donde letras con resaca
denuncian el trazo que las une,
está la alcoba de la traición y el destierro, donde los puntos se embadurnan de ceniza para dar más miedo que la muerte
y las comas, como señales de ceda el paso, desaparecen de los rostros, de los muros
y del misterio de las alas.
EL BESO IMPERMEABLE QUE RECUERDA LA ALAMBRADA
E. A "e a
Y us
He estado en trastiendas donde habitan palabras llenas de anonimatos, abatidas demasiado pronto,
desnudas ante el viento dormido,
Y aún así
espero que abracen
el carril equivocado de los muros
y disimulen la muerte que pasa de puntillas como cereza frágil, como el beso impermeable que recuerda la alambrada.
El cielo borracho de despojos se tiende junto a mí, huele a mariposa cuando apoya su humedad contra mi frente.
Entonces me licúo
y espero encontrar mi seudónimo tirado en cualquier calle y no sea tarde ni frío ni noche.
3 4 Y ME MIRAN MIS MUERTOS, GENEROSOS
Y
UN 0
Vengo de un día en retroceso, de su saliva triste.
Vocalizo la mansedumbre de un paisaje infinito y le ayudo a parir nubes triunfantes,
costuras de dolor indivisible
y algún que otro réquiem para la sorpresa.
Sé que llevo una fronda en los ojos,
su crepúsculo parece una estampida crujiente sobrevolando incendios que me cierran
sobre el abdomen herido de la luna.
Pero mi sangre no se rinde,
se reagrupa en las arterias,
amanece articulada
para enhebrar mejor mis costillas,
para hacerme innumerable,
palmeral negruzco que gotea,
aguja que acecha el antebrazo de la tarde, púlsar precoz a la deriva del mundo,
pez desvestido sosteniendo el agua.
Y me miran mis muertos, generosos, con la carne en salazón, me besan y huyen conmigo hacia el enjuto mar que nos respira y nos absuelve.
DESDE UNA MUERTE NUEVA Y RESERVADA
PE. 4 e " e > .
i a o y Niños rígidos, deshaciendo nudos, láminas y pasteles, ' me miran desde una muerte usada sin muebles, sin pétalos, y con el eco del mundo besándoles el iris.
Pesan sobre los hombros sus narices pequeñas, mocosas e insolentes,
espiando la sombra del poema,
sus manitas sucias de palabras
atrincheran los versos, los apilan
bajo macetas de geranios estrictos,
y siguen deshaciendo nudos,
láminas y pasteles
0 desde una muerte nueva y reservada.
+ de
EN LOS PRECIPICIOS MÁS ABRUPTOS DE Mi PA ASESINADO ”
pl
El cielo brota muerto encima de la tierra. José Luís Hidalgo
o,
Me he extraviado dentro de este azul tan solo, dentro de su desnudez acrílica
y de verdades diminutas
que se clavan en la garganta, ahuecan los huesos, y me atan a la pared del quejido.
No sé encontrar mi boca en el vientre abierto de la luz ni paginar las humedades.
Entre toda esta ceniza
no veo mi humanidad ni mis certezas
ni el prólogo de aquellos nombres
que se acuestan conmigo y me tildan de suicida porque doy mi cuerpo al aire.
Este azul sin ojos revienta en las lunas, me atemoriza su suave benevolencia, su fulgor alto que apuñala mi madrugada.
Es un color altivo, poblado de finales.
Con la escarcha de mil corazones despeinándole la mandíbula,
avanza despacio por el poniente de mis dedos, fornica con mis escaparates
sobre un suspiro negro que huele a llanto
y después se estrella, :
chorreante de dolor y espumas,
en los precipicios más abruptos
de mi paisaje asesinado.
CUANDO NOS SABEMOS SOLOS EN LA PERIFERIA DE UN BESO A. a E e lo La vida tiene un olor especial cuando promete suicidios, se fuma los poemas que alguien olvida en el lavabo, con la fuga del carmín en el dramatismo de un espejo y la boca manchada de malas intenciones.
El bajo vientre sabe a sangre,
como la perspectiva de mi nuca, el rencor de un campanario, el desorden de un mapa coleccionista de horizontes,
la ruina de los verdes en en el funeral de un libro,
o como los ojos autistas de Dios.
Todo sabe a sangre y a peores intenciones cuando nos sabemos solos en la periferia de un beso.
| ra A ESA CICATRIZ INTERESANTE EN LA GALERÍA D E
Y
La bufanda intenta arropar la angustia de mi invierno, la miopía del mundo que me reconoce, : esa cicatriz interesante en la galería de mi vientre.
Llueven ungúentos líricos
mientras mis muñones mercenarios conjuran
para inmolar el poema, para la fría soledad de lo sublime que, confusa, sospecha de mi amor umbilical
por los muertos que me miran
y zancadillea el trazo, su incontinencia
y cada uno de los fonemas
que definen mi esqueleto.
La vida desmiente la voz de mi madre,
el insomnio de mi abdomen,
la mirada en la última esquina del libro donde se rompe la muerte
y todo lo que queda es un pulmón mojado.
El abdomen hinchado de la tarde
conoce bien la locura bendita de las fuentes, los golpes que hipnotizan la vergúenza
y que nos hace más color herido,
más corazón ronco,
y es la sangre de nuestra memoria
la que grita, la que acaba hospitalizada
por un exceso de orgullo, la que se venga cuando vomita oraciones y cosechas, y fabrica cámaras de gas para suspiros brunos, flojos, inmóviles.
-. Salvoconductos hacia las primaveras
LOS SUEÑOS RESBALAN POR LAS ALCANTARILLAS DE TODOS LOS CREPUSCULOS
Tengo la lengua crispada, mis ojos crujen y me llenan de aire abatido, de islas dolorosas y horizontes carnales.
Con la voz que habita mi trastienda,
reparo los agujeros que aún palpitan
en las esquinas de mi habitación, en las llagas de este mundo, entre sus dientes de níquel bajo este cielo de cartón herido.
Con la tormenta subrayada
voy señalando los pozos donde mirarme,
enumero los crímenes que me nacen bajo las uñas, desubico el silencio doblado de mi noche
que me alisa entre desgarros,
me cruza, me hierve, apoda mis fugas,
y dota de heroicidad a mis naufragios.
Pero a pesar de mis esfuerzos
abro siempre los escalofríos, los sueños resbalan por las alcantarillas
de todos los crepúsculos,
devoran los interrogantes de la luz
y no hay escapatoria por debajo de las puertas, en los rincones de la sombra equivocada
o en cualquiera de los poros asustados
que nos retan a oler la sangre
seria, tendida, exánime.
página 62.
¿Y e
DONDE GUARDO MI NIÑEZ SIN SEPULTURA
y" “Y
Madrugo en alguna región inerte, en la astilla de agua
clavada en el cerebro del paisaje, en su luz colérica.
Amanezco para auscultar colores infectados de lentitud y piedad.
Es lo único que queda en el estuche
donde guardo mi niñez sin sepultura,
las horas estropeadas en el polvo de un reloj y montoncitos de nube que decoran mi boca.
Y de pronto estoy en esta habitación
demasiado pequeña para esconder mis cañones, el ángulo de mis labios
o los finales que firman las fotografías.
Y me siento un coloso cuando le duele el aire, me descubro hija, nieta, abuela,
patria incandescente,
un modo infalible de ordenarme.
POS
15
LS k 77 A P :
PT e
A E
LA SONRISA PARTIDA DE LOS PERROS
4 e pd
La luz de una bombilla es como un péndulo en la conciencia de una ciudad hecha de pedazos.
Señala con su semen
montones de ladrillos en fuga
y tanta tragedia cerámica
que se derrama en los portales.
Los días par, sus bocas de adobe
chulean el cinto de una pared para golpear el aire, los impar, lo hacen con los vértices
del azul que en su infinita culpa,
vuelve a dormir sobre la sospecha del ocaso.
uu. Se duelen los muros en la sonrisa partida de los perros, inquilinos de honor en esta sombra muerta, en este tiovivo de abismos y pétalos, lesión abdominal en calles desangradas, expiración estelar en la periferia de la piel y peces feroces a la deriva del paisaje.
como lo hacen tus ojos descalzos - al verme perdida.
Ea : EN LOS SÓTANOS DE MI CASA HUELE A NIEBLA
Y 0 La luz, a veces, escupe nocturnidad y no hay mar donde volvernos lentos, tirar el ancla y aprender de la gotícula el balbuceo de flores invisibles.
En los sótanos de mi casa huele a niebla,
el pigmento transpira danzas fotográficas sobre cajones rotos por el peso de los epitafios, por la culpa adherida al algodón
con el que ponemos a dieta
el lomo de los libros.
El suelo llora horizontalidades, me agujerea los pies con sus abrazos líquidos y me inyecta la tristeza a bocajarro.
Comprendo entonces que este es mi territorio, el paracaídas de mi verbo, el lugar
al que he de volver hinchada,
con la última inocencia en los labios cejijuntos, sintiéndome acorde natural de la ira,
que afuera me desmenuza y me somete.
No seamos tan solo
un aguacero adulto de frases asombrosas y recordemos que hay respiraciones mucho más graves
que no podrán reclamar su adolescencia.
SIETE OSCURIDADES PEGADA A TI
A A "dl
e MANS
Una mano sostiene el examen del agua durante siete suicidios sin estornudar.
Con una margarita muerta en el ojal, los altares vomitan sus policromías, - y abofetean la infancia, los rezos impúberes y la comunión del frío.
Viajo por carreteras secundarias,
donde el dolor es más real
y la vida se entretiene en pegar balazos al pecho que naufrague en voz más baja.
Miro a mi alrededor siete veces,
uu siete oscuridades pegada a ti, mi último suspiro, mi irreverencia ante las flores, mi desembocadura.
No tengo palabras para este bendito accidente.
SUSPENDIDO SOBRE LA LID DE UNA ESTROFA
“Y
Como una flauta sonreída
crece la voz de un minuto solitario,
sin otra pretensión que confesarse
archipiélago en el atlas incorpóreo de un poema.
Las tildes escuchan en los patios
el son de las liras bajo la piel,
sus consejos ceñidos a los ojos
navegando por mareas adolescentes
que penetran en el agua, la rompen, la cicatrizan, surcan el ocre del dolor
y vuelven ociosas
a la hemorragia de la composición.
Aparece entonces el lector grave sobre la lid de una estrofa, y cierra bajo un cristal despótico el frío precoz en la nuez, el plan de un perfume, el ligero tembleque de un rayo que enhebra el paisaje intruso del papel herido, y pasa página el lector,
el niño, la cigarra
y la lluvia escondida en el maxilar del aire.
as
LAS VENTANAS NUNCA ME OFRECEN SUS FRÍOS
e
1?
Las persianas me salpican de todo el sexo, selva y catástrofe, que llevan enrollados en la nuca.
Yo observo su memoria, huelo el estremecimiento de los vivos, fuerzo la entrepierna del minuto con todo el moho a punto de aliarse para sodomizar la vida en cada pespunte, encadenar la furia, el proyecto de un beso, el desperdicio de la humedad y entonces, el vapor de mis dudas dibuja estaciones, lenguas hostiles señalando la oscuridad
que me ofrece su cabeza y, lentamente, se visten de apodos las cosas.
Las ventanas nunca me abren sus fríos,
pero yo sigo esperando su carne obscena,
con los labios hinchados
hasta el borde del mundo.
Como en una oración a la sed
me dispongo a que el afluente me borre,
a que la palabra me mate , cualquier día,
cualquier tarde en la que el dolor adquiera forma, lí donde, desde la muerte, oiga crepitar al verbo.
HAY HERIDAS DE PARED QUE SON BLANCAS
MIEDO o
Un cajón mal cerrado
huele a mantequilla, a otoños y costumbre
y a algún susurro que escapa de un libro gris al que le crujen los huesos de lluvia repentina.
En la habitación de las derrotas
olisqueo los cubos de basura,
adivino el temblor de la ciudad
y veo la divina quietud de sus muertos,
los niños montados en obuses
que nos apuntan con el índice
y la palabra transparente
que desconvoca la inmolación de las hojas, la vida que resbala, los párrafos cobardes, el Monzón en el vientre
o un fluido cegado de infancia
que me sube por las piernas.
Hay heridas de pared que son blancas
como el miedo, como la desnudez de un disparo y me dejan aterida y bien sujeta
al infortunio de las nubes.
No me sirve la electricidad de la luna ni la incertidumbre que mancha los ojos.
4
SOBRE LA TRISTEZA CLAVADA Y DEFINITIVA
E ——"d » "A ) Ñ NY EN y La voz del día me busca al borde de mi sombra, el dolor besa los minutos que me sueñan
temblorosos de mi carne improvisada.
- Aterrizo en el alféizar de otra habitación para no oír el final de un abrazo, para disolver el terrón de noche en el aire y seguir, adolescente de tildes diminutas, antóloga de horas donde la viudedad del sol me pierde en orillas imposibles y rapsodias moribundas.
Es difícil vivir de repente sobre las ruinas del alba, sobre misterios desordenados,
sobre la tristeza clavada y definitiva.
HAY NOMBRES SIN AMOR EN LOS OJOS
Y
z EA
Aquella chaqueta vacía sigue comprando ta h y y l y José Luís Hidalgo
Hay nombres que caen.
Caen para morirse
como mariposas sobre lirios de acero.
Su saliva estrangula las paredes,
se adhiere a las vértebras de liquen
que sostienen la noche y derriban
las respuestas subcutáneas,
arrastra todos los desnudos hacia dentro, más, más adentro,
hacia las murallas de la sangre.
Son nombres que me nievan el pecho como un virus con la boca apretada sobre un corazón decreciente.
Construyen lunas ridículas,
estrellas sonámbulas
que bajan en ascensor hasta la acera, besan el vientre desangrado de la ciudad, atornillan la madrugada y huyen
hacia un firmamento sin luz.
Son nombres moribundos, padres en suspenso, hijos con manitas parlantes, son madres azules, niñas destrenzadas, son nombres horizontales - y sin amor en los ojos.
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LAS MUERTES QUE NOS ROZAN A DIARIO
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En la borrasca de mi carne la noche muerde.
La piedad hundida sin respiro
me abre a latigazos,
el corazón escapa por las eternidades
como huracán ardiente al que le doliera la vida y supura en cada mueca de agua
apagando el mundo con su sangre.
Me miras desde el fuego.
Con el pubis deshojas la nube de la cornisa y te dejas llover muy despacio
para musicar mi nicho.
-No es que tema
soñarte en las palabras que escasean, tampoco mi triste nacimiento
en las orillas de tus párpados
ni tan solo ser ceniza en los azules.
Nada temo mientras pueda bajar por tu boca y plañir una vez más
las muertes que nos rozan a diario.
A an
A MB :
! 5
MI NOMBRE APUNTA AL TACTO DE LA SO
Mi nombre rebota en los muros,
reconoce comas y acentos a: que perfilan caras, vientres, ojos, Yy% manos disueltas en la sangre de un mar EN que me abraza y devora.
,
Mi nombre está solo, apunta al tacto de la sombra, se balancea sobre el tembleque de una frase hipodérmica que trepa crepúsculos hasta asirme el pecho y esputa aire vivo sobre un paisaje de agua, un paisaje clonado en cada muerte, en cada nube, en cada túnel sin palabras, en cada entierro de muñecas sucias y cementerios de cartón.
A mi nombre lo amortaja un poema ensangrentado de nocturnidad.
REVENTAR SOBRE EL INFINITO Y SER MAS MUSICA, MAS LAGRIMA
Para pensarme en tus alas '
debería morir con el corazón alto
y los secretos cosidos a la carne.
Debería morir enrojecida, abierta a la luz de la espuma, derramada en esa faringe que, por saciar mi océano de celuloide, se quema en el crepúsculo recogido en mi boca.
Morir gravemente entre las piedras, con el borrador de mi pecho doliendo entre la salvia, la tarde
y el escalofrío de mis labios.
Debería morirme
en la holgura de la soledad, con los siglos más tristes
y los besos rechonchos.
Sería propio reventar sobre el infinito y ser más música, más lágrima, plomo líquido, pena cristalina quebrando el aire, debiera ser tortura caliente sobre el mar Je se cae hacia dentro nos seca el llanto. A
bería morir tranquila, en un final cualquiera se sin luces habitables, tan solo con la sangre de mi sangre - detonándome los ojos.
Ane ¡ E
A .
La Náusea Ediciones
Marian Raméntol, (Barcelona, 1966). Poeta, traductora y directora de la revista cultural La Náusea. Miembro del grupo musical O.D.! con el que ha editado vídeo- libros y diversos álbumes además de bandas sonoras de cortometrajes. Ha trabajado con músicos experimentales en múltiples recitales y performances. Ha traducido a poetas contemporáneos italianos al catalán y al castellano. Ha publicado dieciseis poemarios y ha sido incluida en dieciséis antologías. Ha sido premiada en diversos concursos nacionales e internacionales, y su obra ha sido ampliamente difundida en revistas especializadas donde ha publicado poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha sido traducida al inglés, alemán, italiano, rumano, armenio, portugués, búlgaro y estonio, y ha prologado varios libros de poesía. Su actividad en el ámbito artístico y poético le ha llevado a formar parte de festivales (tanto poéticos como de cinematografía), exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y otras entidades culturales.
Blog personal Blog antiguo
o
MONTES SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS
La bufanda de celofán
ANTES DE ABRIR LA LUZ Y DESHOJARLA NO TENGO FUERZAS PARA SENTIRME AVENIDA, PLAZA O SANTUARIO - LA ÚNICA BOMBILLA EN LOS SÓTANOS DE LA MENTE
>
_ LaNáusea Ediciones
En los callejones perseguidos por la lluvia
ESPERO A SER DESCUBIERTA POR LA ALEGRÍA
EN LA ESQUINA MÁS OCULTA DE UNA FRASE
CON UN RÉQUIEM DE SELVA ENTRE LOS OJOS
LOS SUEÑOS QUE NOS HACEN DE CARNE AL ABRAZARNOS EL CIELO NOS SABE FORMALES Y ETIQUETADOS
PARA QUE NO ENTRE LA NOCHE A DEFORMARME DE TRISTEZA DARLE UNA LECCIÓN A DIOS SOBRE LA CIENCIA SALVOCONDUCTOS HACIA LAS PRIMAVERAS
UN MUNDO DE BORRASCAS
NO TE SALVARÁS NI SIENDO VERSO
EN ESE LADO FRONTERIZO DE LA MUERTE
FRENTE AL MONÓLOGO DE MIS VENAS
EL ESTRUENDO DEL VACÍO AL TERMINARSE
LA GEOGRAFÍA DEL CANSANCIO
Cada ave tiene su viento
LA LLAVE STILSON IDEAL PARA ABRIRME EL CORAZÓN
FIJO CARTELES EN LOS POSTES DEL POEMA
EL BESO IMPERMEABLE QUE RECUERDA LA ALAMBRADA
Y ME MIRAN MIS MUERTOS, GENEROSOS
DESDE UNA MUERTE NUEVA Y RESERVADA
EN LOS PRECIPICIOS MÁS ABRUPTOS DE MI PAISAJE ASESINADO CUANDO NOS SABEMOS SOLOS EN LA PERIFERIA DE UN BESO ESA CICATRIZ INTERESANTE EN LA GALERÍA DE MI VIENTRE
El aodomen hinchado de la tarde
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LOS SUEÑOS RESBALAN POR LAS ALCANTARILLAS DE TODOS LOS CREPÚSCULOS DONDE GUARDO MI NIÑEZ SIN SEPULTURA - LA SONRISA PARTIDA DE LOS PERROS
No seamos tan solo/un aguacero adulto de frases asombrosas
- SIETE OSCURIDADES PEGADA A Tl SUSPENDIDO SOBRE LA LID DE UNA ESTROFA LAS VENTANAS NUNCA ME OFRECEN SUS FRÍOS HAY HERIDAS DE PARED QUE SON BLANCAS COMO EL MIEDO
- 'SOBRELA TRISTEZA CLAVADA Y DEFINITIVA E NOMBRES SIN AMOR EN LOS OJOS
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'NOMBRE APUNTA AL TACTO DE LA SOMBRA
CATÁLOGO GENERAL LA NÁUSEA EDICIONES
Antologías poéticas
DOCE POETAS ITALIANAS NINE
AS IN
Selección y traducción de Carlos Vitale Presentación de Giuseppe Napolitano
Doce poetas italianas para el siglo XXI Selec. y traduc. de Carlos Vitale Género: Poesía
DOCE GRANDES POETAS ITALIANAS DEL SIGLO XX
Selección y traducción de Carlos Vitale Presentación de Stefania Onidi
Doce grandes poetas italianas del siglo XX
Selec. y traduc. de Carlos Vitale Género: Poesía
Libros de autor:
MÉTODOS PARA AHOGAR NINA
ey ZA
Cesc Fotuny i Fabré
Métodos para ahogar con la nariz Cesc Fortuny ¡ Fabre Género: Poesía
Hoyas: His
vY y yv ”
A flama
y A y ' cue OS É (ANTOLOGÍA DE POESÍA BREVÍSIMA)
Selección PA de Carlos Vitale Presentación de Manuel Martínez Forega
Hoy es siempre todavía Selec. y traduc. de Carlos Vitale Género: Poesía
Del 44 al 77: mujeres poetas en lengua castellana
o CS Pérez y Marian Ramént | En el vaivén salvaje y aprendido Selec. Beatriz Pérez y M. Raméntol Género: Poesía
Quirófano en el bosque
Cesc Fortuny i Fabré
Quirófano en el bosque Cesc Fortuny ¡ Fabre Género: Narrativa
HOY ES SIEMPRE TODAVÍA
Volumen ||
(ANTOLOGÍA DE POESÍA BREVÍSIMA)
Selección y traducción de Carlos Vitale Presentación do Manuol Martínez Forega
Hoy es siempre todavía. Vol. 11 Selec. y traduc. de Carlos Vitale Género: Poesía
DOCE POETAS CATALANAS NIN
ESPERE cl
Selección y traducción de Carlos Vitale Presentación de Anna Rossell
Doce poetas catalanas para el siglo XXI Selec. y traduc. de Carlos Vitale Género: Poesía
La Mazmorra del Iris
La Mazmorra del iris Nanna Género: Poesía
Libros de autor:
¡ble
¿Baprens
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rimaria, decisiva e
P
Primaria, decisiva e inaprensible Marian Raméntol Género: Poesía
EN EL SOLILOQUIO DE MI CUERPO
MARIAN RAMÉNTOL
En el soliloquio de mi cuerpo Marian Raméntol Género: Poesía
EL INSOMNIO DE LOS VERBOS CANSADOS
Marian Raméntol
El insomnio de los verbos cansados
Marian Raméntol Género: Poesía
Malos Versos (libro de artista)
Marian Raméntol Género: Poesía y plástica
La Náusea ediciones
a S A á xy :